Un año más, centenas de miles de ciudadanos en todo el mundo han sido convocados a celebrar la ‘Hora del Planeta’ apagando las luces de casa, pero también de edificios públicos y monumentos por una hora. Este año será de ocho y media a nueve y media de la noche, hora local de cada lugar donde se celebre. El objetivo del ejercicio, según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), es recordar lo efímero de nuestra Tierra y la necesidad de protegerla.
La iniciativa surgió hace un lustro y en su última edición, en 2012, congregó a más de 7.000 ciudades en 152 países, y se apagó la luz de monumentos emblemáticos como la Torre Eiffel en París, la Sagrada Familia en Barcelona, el Empire State en Nueva York, la Muralla China, el Big Ben en Londres, las Torres Petronas de Kuala Lumpur, el Obelisco de Buenos Aires o el Machu Pichu en Perú.
La presidenta del WWF, la ecuatoriana Yolanda Kakabadse, considera que más allá del "significado simbólico" de "La Hora del Planeta, esta campaña tiene un "significado real", que son las transformaciones medioambientales que le seguirán. "Hacer que el público en general, niños, adultos, piensen durante el acto de apagar la luz en que están contribuyendo con el planeta es muy importante. Es un acto simbólico, pero tiene un trasfondo. Porque lo que viene después es la pregunta, ¿qué puedo hacer de verdad?", explicó Kakabadse.
"Es una fiesta simbólica y eso es importante para todos. Pero tiene un impacto, porque durante esos sesenta minutos se puede reflexionar sobre qué puedo hacer en lo cotidiano. Cerrar el grifo? apagar la luz en las habitaciones que no use? Usar el transporte público?", agregó. "Creo que este año participarán 153 países, y cuando empezamos eran 30. Pero lo importante es lo que hagan los países pasado mañana, las decisiones políticas de trascendencia medioambiental", dijo Kakabadse.
La presidenta de WWF recordó que, por ejemplo, en Argentina se ha convocado una manifestación el mismo día para apoyar un proyecto de ley dirigido a la protección de 3,4 millones de hectáreas en el Área Marina Protegida "Namuncurá-Banco Burwood". "Cada país hace lo que quiere y se adapta, pero lo importante es que hagan, que se debata sobre el tema y se levanten conciencias", concluyó Kakabadse.
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